martes, 1 de febrero de 2011

Cuando es necesario un cambio. Tirando la vaca

Esta historia no es mía. Me la enviaron una vez por correo y aunque no recuerdo exactamente quién la envió, puedo asegurar que fue una de las historias mas impactantes que he leído en los últimos tiempos. Aunque es una historia ficticia, es sorprendente cuán certera es su enseñanza y cuantas veces es necesario que algo parecido nos suceda, para darnos cuenta de que realmente necesitábamos un cambio, aunque cuando ocurra nos desconcierte. Se llama Tirar la Vaca.

Cierto día caminaban por una campiña  El Maestro (Jesús) y su discípulo.  A medida que caminaban atravesando pastos y largos senderos, alcanzaron a ver una casita muy humilde.  Tanto más se acercaban, mas se percataban del estado lamentable y la condición de podredumbre de la misma; la casita se estaba cayendo. El Maestro le dijo entonces al discípulo “vamos allá”.   Cuando llegaron a la casita tocaron a la puerta varias veces, hasta que al fin, abrió la puerta un señor enjuto, muy andrajoso y con la mirada triste.   

Una vez que el dueño de la casita les hizo entrar, El Maestro miró detenidamente el cuadro que allí había: la esposa cabizbaja, estaba sentada a la única mesa.  Mas allá,  dos niños pequeños y esqueléticos, estaban sentados uno al lado del otro, sin moverse, sin jugar, sin decir nada.  La casita no tenía mas muebles, ningún adorno, y en la cocina había una desolación increíble.

Después de observar minuciosamente, y ante el desconcierto del discípulo, El Maestro preguntó al dueño  ¿Qué hacen para vivir? El dueño le contesto: “tenemos una vaca lechera”.  El Maestro quedó a la espera de una explicación, y el dueño continuó “diariamente ordeñamos la vaca, cambiamos la mitad de la leche por comida y la otra la consumimos en el día”.  El Maestro impasible no contestó nada, y luego ante la mirada de estupor del discípulo,  se despidió de la familia.  Cuando salen y una vez comienzan a avanzar,  el discípulo aborda al Maestro con miles peguntas ¿los va a dejar así?, ¿como puede  irse sin ayudarlos? y miles de peguntas mas, a las cuales El maestro le contestaba con absoluto silencio.

Después de andar unos cuantos pasos, El Maestro se detiene y le dice al discípulo “Devuélvete, ve y tira la vaca por el barranco”, el discípulo incrédulo le pregunta, ¿pero cómo puedo hacer eso, como puede ser tan cruel?, ¿es que no ve que es lo único que tiene para sobrevivir?  El Maestro lo mira serena y fijamente sin contestar nada, el discípulo baja la mirada y reconoce que aunque le moleste,  debe hacer lo que su maestro le ordena.  Va,  tira la vaca, alcanza al Maestro y continúan su camino sin mirar atrás.


Cinco años mas tarde y después de no haber podido vivir  cargado con tantas culpas y remordimiento,  el discípulo decide volver a aquella casita humilde y resarcir un poco su culpa.

Se dirige allá, y a medida que se acerca al lugar en donde estaba la casita, se da cuenta que hay en su lugar una enorme casa. Rodeada de magníficos jardines, pastos y toda clase de animales.  Mientras se acerca atónito aun y un poco preocupado, toca el timbre de la misma.  Después de unos minutos le abre la puerta un elegante y robusto señor, que muy amablemente le pregunta que desea.  El discípulo le pregunta preocupado en dónde esta la familia que vivía allí, el hombre desconcertado le contesta que siempre han vivido él y su familia en aquel lugar.  El discípulo le dice que no, que hace 5 años vivía una pobre gente que el quería ayudar, ocultándole el motivo real de su interés.  El dueño de la casa le dice “somos nosotros”  El discípulo, que no puede creer aquello, lo mira detenidamente, entonces se acerca a la gran cocina donde una preciosa mujer canturreaba mientras preparaba todo tipo de manjares.  Mas allá, en el patio,  dos niños regordetes jugaban alegres con un magnifico perro negro.

Sin poder creer lo que ve, pero reconociendo que en verdad son ellos, las personas que conoció. Entonces pregunta aun dudando ¿Pero, qué ha pasado?

El dueño le contesta “hace exactamente cinco años sucedió algo grandioso.  Éramos una familia pobre, desdichada y mediocre hasta que nuestro único sustento, una vaca lechera,  se tiró por el barranco.  No tuvimos mas remedio que buscar una salida a nuestra aparente ruina, descubrimos que teníamos talentos para nosotros mismos desconocidos, los usamos y descubrimos que teníamos muchos recursos que no utilizábamos, y he aquí, desde entonces somos una familia que progresa y crece


*****


No hay comentarios:

Publicar un comentario