La Biblia enseña que Dios
creó al hombre y la mujer, y el
matrimonio que instituyó fue formado por ambos y su ley no admite variaciones. …
“Y dijo Jehová Dios:
No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" Gén.2.18. …" Y de
la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la
trajo al hombre". Génesis 2.22. Yo creo en eso. Cualquier otra
combinación –dos mujeres o dos hombres-no solo es un pecado o violación a la ley
divina, sino que caería dentro de lo que se llama un acto contra natura, es
decir, una acción
extraña a la madre naturaleza o aquello que no se da de forma natural. El termino… “…y se harán una sola
carne " del versículo 24
de Génesis 2, se refiere a la procreación, lo que implica que jamás la carne de
dos hombres o dos mujeres podrá unirse para crear vida.
En ese
contexto, ya en muchos países y varios estados
de Norteamérica, las leyes se están cambiando y/o reformulando para legalizar
el matrimonio de parejas formadas por personas del mismo sexo, así como
también, permitir la adopción de niños
por las mismas, dada la incapacidad lógica y biológica que tienen para la procreación dichas parejas. Actualmente no se habla de si alguien es gay,
homosexual o lesbiana, sino cual es la preferencia sexual del sujeto.
De igual manera, se han puesto en vigencia
leyes que los protege de la discriminación en cualquier área de la vida pública
o privada, para garantizar el respeto a sus derechos humanos, así como
ciudadanos.
Mi posición en esto ante todo,
es la posición de Dios y lo que él ha establecido en su Santa y Divina
palabra: La Biblia. Obviando las
cuestiones de la lógica, de la naturaleza y la moral-el cuerpo del hombre está diseñado para responder y acoplarse al cuerpo
femenino y viceversa- y al margen de lo que cada quien haga o crea sobre el
particular, Dios rechaza al pecado, no al pecador, es decir, rechaza el hecho
no a la persona, por lo cual, ni yo ni
nadie tiene el derecho de juzgar, condenar, maltratar o discriminar a nadie por
creer, hacer y decir cosas diferentes a las nuestras y porque además de ello,
Dios dice en su palabra que "…Si es posible, en cuanto dependa de nosotros, debemos estar
en paz con todo los hombres"
Rom.12.18, y estar en paz
en ningún modo significa aplaudir y consentir aquello con lo cual estamos en
completo desacuerdo.
Independientemente
del concepto personal que cada quien tenga sobre el tema, cada individuo merece respeto, aun cuando sus convicciones, decisiones
y preferencias no siempre sean lógicas, correctas o naturales. El primer requisito para exigir respeto es otorgarlo;
siempre y cuando, al exigirlo no lesione el derecho y la integridad de los demás. El derecho de uno termina donde comienza el
de los demás, y como reza una cita
famosa de Benito Juárez: El
Respeto al Derecho Ajeno es la Paz.
No obstante, a
consecuencia de los logros que han obtenido los homosexuales, lesbianas, gay, transexuales
o como se les llame, la publicidad de sus conquistas y la fuerza que ha tomado
el movimiento en defensa de dichos derechos, he notado en varias ocasiones,
tanto en el diario vivir como en programas de televisión, prensa escrita, etc.;
que algunas personas se atreven a ofender, ridiculizar y degradar a quien posea
un criterio diferente a ellas, manifieste su desagrado, o exija el derecho de mantenerse al margen de aquello
que le sea adverso o de lo que cree pueda lesionar la integridad física, emocional
y moral, tanto de sí mismo como de su
familia.
Muchas veces, el
hecho de que una persona mantenga un punto de vista diferente al lesbianismo y
la homosexualidad o de cualquier otra supuesta
preferencia sexual semejante, es motivo para que sea desconsiderada, ridiculizada
y/o humillada, independientemente del respeto o cuidado que haya tenido al
expresar su opinión sobre el tema.
Irónicamente, el resto de la
humanidad- las personas convencionales
-aquellas que no practican actos contra
natura y que son en realidad la mayoría- es la que tiene que sentirse
avergonzada y/o amenazada mientras ve con impotencia, cómo cada día es invadido
su espacio con acciones, palabras o hechos con los cuales está en franco
desacuerdo (exhibicionismo, lenguaje obsceno y/o vulgar, etc., sin importar hora, lugar o edad de los allí presentes) y
que no necesariamente implica discriminación hacia la persona, toda vez que
dicho comportamiento la mayoría de las veces es inaceptable incluso entre
parejas heterosexual.
Todos tenemos el
derecho a mantener y defender nuestras convicciones y expresar nuestra opinión
sobre este o cualquier otro tópico, sin que ello conlleve ofensa ni maltrato
alguno a quien esté en desacuerdo con nuestro parecer y por supuesto, sin que
ello implique que se es homofóbico por ello, toda vez que el termino significa
aversión-odio y que provoca acciones violentas y radicales contra otra persona
y del cual están abusando la mayoría de las personas por desconocimiento del
significado real del mismo. Como cualquier otro ser humano puedo
libremente expresar lo que creo es correcto,- no importando si otros lo aceptan o no-, sin agredir o lesionar a nadie por hacerlo o que
debido a ello me fustiguen y condenen a mí.
Como cristiana que soy pues, mi
deber es hablar de lo que Dios dice y acepta, de su amor, de su gran
misericordia y justicia; de la necesidad que tiene todo ser humano de
tener una relación con él, de agradarle y obedecerle, de ponerse a cuentas.
Como en
cualquier otro asunto, si entendemos que alguien no está obrando bien, podemos tratar de ayudarle a cambiar haciendo
lo que esté a nuestro alcance: de no ser
así, es nuestro deber ante todo respetarle, a la vez que nos mantenemos al
margen de lo que dicha persona hace que nos es contrario, sin que dicha
posición implique daño, ofensa o discriminación. A veces,
como en el caso que nos ocupa, lo único que podemos hacer es orar a Dios
para que lo resuelva, nadie más tiene
ese poder.
Aunque tengo
convicciones claras sobre el particular, mi preferencia sexual muy bien
definida –soy heterosexual- fe en Dios y una relación con Cristo; no por
ello he pretendido denigrar, atacar ni discriminar a nadie con mis comentarios,
toda vez que estoy haciendo uso de mi legítimo derecho a expresarme. No es mi interés lastimar susceptibilidades innecesariamente, y como reitero, respetando es como se puede
exigir respeto, ¡que es en definitiva lo que estoy reclamando aquí!
Es necesario
aprender a respetar a las personas sin distinción, independientemente de lo que
son, piensan o hacen de forma diferente a nosotros, en la misma medida en que
exigimos el respeto de nuestros derechos.
Todo mundo tiene derecho a exigir respeto; todo mundo está obligado a concederlo.
Estoy obligada
a respetar el jardín ajeno, aunque no me
gusten sus flores;
Otros deben
respetar el mío y no traspasar mi verja aun cuando no tenga perro.
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